Un paciente solía venir a sesión a quejarse y culpar a todos y todo por lo mal que lo estaba pasando. Su sufrimiento era real y buscaba simpatía.
Como terapeuta mi intención era enseñarle que hay muchas formas de interpretar las cosas, y que hay que estar atentos a que historias nos contamos a nosotros mismos sobre la realidad.
Así que escuchaba su historia, y cuando terminaba le preguntaba "¿Y de qué otra forma podés mirar lo que te pasó?" Mi paciente me miraba perplejo, estaba convencido de que lo que me había contado era la única forma en que se podía interpretar lo ocurrido. Así que hacía silencio por unos minutos y luego me daba una interpretación diferente de lo que le había sucedido. Cuando terminaba su historia yo volvía a decirle "Bien. ¿Y de qué otra forma podés ver lo que pasó?". De esta forma su mente tenía que "estirarse".
Aprendió que uno puede volverse prisionero de su propia mente, de sus propios pensamientos. Es cuando olvidamos que tenemos el poder y la libertad de elegir que pensar, como interpretar una experiencia, cómo reaccionar.
El significado que le damos a las cosas que nos pasan determina la calidad de nuestra vida. Ya sea que interpretemos nuestras experiencias como agradables o estresantes, el significado que les asignamos influye en cómo vivimos el día a día, y cómo nos sentimos sobre nosotros mismos, los demás y el mundo que nos rodea.
Si queremos cultivar una actitud positiva, un sentido de bienestar y autoconfianza (confiar en uno mismo e incluso en los demás), hay que empezar por darle un significado más compasivo y pacífico a lo que nos sucede.
Por ejemplo, imaginate que quedaste en reunirte con alguien a determinada hora, pero esa persona no aparece. Tienes dos opciones sobre que significado le vas a dar a lo que pasó: puedes sentirte indignado porque te han "dejado plantado" , y criticar el carácter de esa persona. O puedes pensar que algo grave o algún contratiempo tiene que haberle pasado para faltar sin avisar.
Cuando empezamos a "darnos cuenta" y estamos más atentos a qué significado le damos a lo que nos sucede cada día, podemos llegar a impresionarnos por los mensajes que nos hemos estado diciendo durante todos estos años.
Cuesta lo mismo pensar que algo que sucedió es una catástrofe, o es una injusticia... o pensar que esta es una oportunidad para moverse en otra dirección y que siempre se puede salir adelante.
Pensar que "es una injusticia, una catástrofe" nos convierte en víctimas, le da a otro dominio sobre mi vida y cómo me siento. Pero cuando pienso que lo que pasó es una señal de que hay que cambiar, y que puedo salir adelante como tantas otras veces, entonces yo gobierno mi propia vida, porque puedo hacer que el futuro traiga experiencias nuevas.
Tenemos la libertad de decidir que hacer y cómo interpretamos nuestra vida, cambiar nuestras mentes y tomar nuevas y mejores decisiones. Es nuestra elección. Es tu elección.
Por eso, si has perdido un ser querido, o dinero, o has discutido con tu pareja, trata de darle a tus experiencias un sentimiento de amor y compasión. Mantén el sentido de dominio sobre tu vida, el sentido de autodirección. Recuerda que hay más de una forma de ver lo sucedido.
Esto te va a dar la habilidad de tomar lo que la vida te ponga delante y transformarlo en algo más.
"Sólo conozco una libertad, y esa es la de la mente" (A. de Saint-Exupery)
¿Cuántos de nosotros somos prisioneros de nuestros propios pensamientos y nuestras propias historias?